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Desde que el Movimiento 26 de Julio de Fidel Castro, en conjunto con otras organizaciones, logró derrocar a Fulgencio Batista, millones de cubanos decidieron abandonar la isla. Desde el principio, los motivos para huir han tenido un punto en común: nada puede mejorar en la isla mientras persista el régimen castrista. Los medios de escape varían, pero el símbolo del éxodo son los balseros que atraviesan el Estrecho de la Florida con todos los pronósticos en contra.
A partir del 1 de enero de 1959, muchas personas se fugaron de la isla con la esperanza de que todo se estabilizaría y de que podrían volver a Cuba. Sin embargo, lo que sucedió no hizo más que confirmar que quienes escaparon tomaron la mejor decisión para su seguridad y bienestar.
Desde gente con mucho dinero hasta gente que no tenía absolutamente nada, muchos decidieron cruzar el Estrecho de la Florida en busca de libertad y progreso. 90 millas, o 144 kilómetros, separan a Cayo Hueso de La Habana. Relatos, videos, fotografías, estadísticas e informes nos dan la dimensión de este fenómeno.
Se calcula que, al menos 1.600.000 cubanos abandonaron su tierra natal, alrededor del 80% decidió radicarse en los Estados Unidos. Y dentro de los Estados Unidos, Florida es la meca. Por la cercanía con Cuba, por el clima y la energía del estado, por la gran presencia de comunidades latinoamericanas y por la importancia que tienen los cubanos allí.
Algunos cubanos que escaparon tuvieron suerte y no debieron incurrir en prácticas riesgosas para abandonar su tierra. Pero una parte significativa, desesperada por el autoritarismo que reinaba en la isla y por los sucesivos problemas económicos, no tuvo más opción que irse a bordo de humildes balsas.
Las balsas son un riesgo en todo sentido. No solo por los obstáculos que hay que atravesar en el interminable recorrido hacia los Estados Unidos, sino también por cómo están ensambladas. Los balseros saben, en primer lugar, que deben escapar de Cuba sin ser interceptados por las fuerzas oficiales o parapoliciales al servicio de la dictadura. En segundo lugar, deben enfrentarse a los azares del mar y de la vida: viento en contra, tormentas eléctricas, corrientes marítimas desfavorables, aguas infestadas por tiburones, exceso de gente en las balsas que complican la situación. Remar es una obligación, recalar en los cayos deshabitados que hay en el camino ayuda, pero no por mucho tiempo, y la comida y la bebida comienza a escasear muy pronto. Como si fuera poco, las embarcaciones están lejos de ser una garantía. Desde camiones semihundidos y lanchas hasta tablones de maderas y tablas de windsurf, todo sirve para los cubanos que están desesperados por huir. Asumen el riesgo y muchas veces les toca la peor parte, que es ni más ni menos el hundimiento de la balsa seguido de la muerte.
No termina aquí. Una vez que se acercan a aguas y tierras estadounidenses, pueden ser interceptados por las guardias marítimas de dicho país. Si bien la Ley de Ajuste Cubano y sucesivas políticas inmigratorias le otorgan ciertos beneficios a la gente proveniente de la isla, está claro que, si son descubiertos antes de arribar a Florida o cualquier otro estado del país, son devueltos a Cuba. No solo se cierran las puertas del cielo, sino que los aventureros son devueltos al infierno.
Actualmente, los cubanos siguen intentando huir de Cuba a bordo de rudimentarias balsas producto de su creciente desesperación y el anhelo de encontrar una vida mejor en los Estados Unidos. A pesar de que las restricciones para entrar o salir de la isla se relajaron, migrar legalmente es mucho más caro y difícil de lograr, la incertidumbre con respecto a lo que pueda pasar con la Ley de Ajuste Cubano y las demás ventajas migratorias varía según quién esté al mando de la presidencia norteamericana, la situación empeora en Cuba (o está lejos de mejorar) y la desesperación por ser libres y exitosos los obliga a subirse a las balsas. Sufren ellos, sufre un pueblo obligado a exiliarse, sufren los familiares de los balseros que perdieron su vida en el mar y sufre el mundo, que entiende que Cuba no merece esto.
Desde Cuba Decide promovemos la participación de los ciudadanos, para generar un cambio en el sistema político de Cuba. Para que en Cuba haya una democracia liberal. Para que Cuba sea tierra de gente libre y de gente que pueda progresar.
Súmate a Cuba Decide, para que nunca más los cubanos deban subirse a balsas precarias y poner en juego sus vidas en el mar. Para que Cuba sea el país que reciba al resto del mundo.